Encontré estos pensamientos afuera de un consultorio en Cuernavaca, son tan tristes pero tan reales.
Amaneció lloviendo, es raro ver esta ciudad de eterna primavera con tanta niebla, tanta agua y tantas heridas...Desde diciembre han pasado tantas cosas que es inevitable sentir y mirar que la ciudad está lastimada, invadida y su gente... con miedo.
Yo decidí hace tiempo vivir sin miedo.
Cada día hago lo que tengo que hacer para cumplir mi promesa y a pesar de todo lo sucedido, vivo sin miedo.
Cuando escucho a mis pacientes en terapia planear como irse a vivir a otra parte, siento por un lado ternurita porque piensan que en realidad huyen de lo malo... y por otro lado saco una estrella de mi agenda y me la pongo de inmediato por no querer salir corriendo.
¿Cómo a dónde sería bueno irse? ¿dónde está ese lugar en el mundo que está libre de tu propio destino, de tu historia, de tus heridas y de tu karma?
Te vas y te llevas todo y ahí donde te toca amar... amas, donde te toca llorar... lloras, y supongo que donde nos toca morir... morimos.
Por eso sé que aquí es donde tengo que estar, sentada escribiendo con esta luz y esta lluvia en esta ciudad que en estos días llora sus propias heridas.
A. Hernández
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